Manila, 21 mar (EFE).- En busca de un "monstruo invisible", los hermanos Fesser han viajado a Filipinas para rastrear el círculo vicioso del hambre crónica que asola Marawi, ciudad que sigue devastada dos años después de sufrir un cruento asedio yihadista.

"La idea es contar la historia de personas que viven con mucho menos de lo que se necesita para una vida mínimamente digna, pero sueñan, sienten, padecen, aman, ríen y luchan por lo que creen", contó el cineasta Javier Fesser en una entrevista con Efe en Manila.

En este proyecto auspiciado por Acción Contra el Hambre, Javier y su hermano, el periodista Guillermo Fesser, recurren a la ficción para narrar en un cortometraje esa "realidad pura y dura" con actores no profesionales que la viven cada día.

"Con solo tres semanas de rodaje, ha sido una inmersión profunda en unas comunidades que nos han abierto sus puertas, sus casas, sus vidas y sus corazones", explicó Javier sobre la generosidad de los habitantes de Marawi, ubicada en la región de mayoría musulmana de la isla de Mindanao, al sur de Filipinas.

Los Fesser hilvanaron un guión a partir de sus vivencias sobre el terreno la primera semana, pero el resultado es un metraje orgánico, que se adaptó a los avatares del día a día, como hacen los habitantes de Marawi.

"No nos hemos inventado nada y si nos lo hubiéramos inventado no hubiera estado a la altura de la realidad. Nunca", aseveró Javier, que todavía se recupera de la resaca del éxito de "Campeones", flamante ganadora del Goya 2019.

Fesser repite la fórmula de esa película, donde la mayoría del elenco eran personas con discapacidad, muchas de ellas novatas ante la gran pantalla, y el resultado en ambos casos es una historia en la que "todo es emotivo y todo tiene verdad".

El corto rodado en Marawi relata las andanzas de Menudín, un niño de diez años "juguetón, divertido y travieso", aunque de fondo están "la pobreza, el hambre, la injusticia y un montón de dificultades".

El propósito de los Fesser es explorar las causas y consecuencias del hambre crónica, que no deriva necesariamente de una hambruna, una sequía, un desastre natural o una guerra, sino que se hereda de generación en generación e implica que hay personas que no logran una nutrición saludable aunque tengan algo que comer todos los días.

"Esa desnutrición provoca en los dos primeros años de vida daños irreparables a nivel cognitivo; lo que significa que salir del círculo de la pobreza, que ya es difícil, lo es mucho más por el hecho de que tus capacidades están limitadas", explicó Fesser.

El hambre crónica no es nueva en Marawi. Esa lacra arraigó hace décadas en amplias zonas de Mindanao, pero se enconó a raíz de la dura batalla que enfrentó en esa ciudad al Ejército y grupos afines al Estado Islámico (EI), entre mayo y octubre de 2017.

La violencia obligó a huir a alrededor de 400.000 personas y hoy todavía unas 240.000 permanecen desplazadas en centros de evacuación y sobreviven gracias a la labor de organizaciones humanitarias como Acción Contra el Hambre, sin atisbar el momento en el que podrán volver a sus hogares y retomar sus vidas.

"Cuando llegas a la zona cero de Marawi comprendes que en muchos años nadie va a poder regresar porque está absolutamente destrozada. No queda un centímetro cuadrado sin un impacto de bala, ni queda un techo en pie, ni un muro sin el agujero de un obús", rememora.

El drama del hambre crónica no es exclusivo de Marawi, ni siquiera de Mindanao, ya que en toda Filipinas más del 20 % de los niños menores de cinco años padece malnutrición y alrededor del 22 % de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, es decir con menos dos dólares al día.

"Mi intención no es denunciar nada, mi intención es decir que estoy conociendo algo que merece la pena ser conocido, que tiene una parte tan hermosa, tan valiosa y tan potente", matizó Fesser, que aspira a que la película se distribuya en escuelas para mostrar al público más joven cómo viven otros niños al otro lado del mundo.

"El monstruo invisible" -título provisional de la cinta- cerrará la trilogía social de cortos de ficción de los Fesser iniciada con "Binta y la gran idea", sobre la educación de las niñas en Senegal; y seguida por "Bienvenidos", centrada en la brecha digital en los Andes.