San Salvador, 23 mar (EFE).- El "júbilo" marcó este sábado la conmemoración del 39 aniversario del asesinato de san Óscar Arnulfo Romero en la capital de El Salvador, donde más de 400 de feligreses caminaron hasta la tumba del primer santo salvadoreño.

Los "romeristas" se concentraron en la Plaza Divino Salvador del Mundo, lugar en el que "la voz de los sin voz" fue beatificado en 2015 en una multitudinaria misa, y acompañaron al cardenal Gregorio Rosa Chávez en la caminata.

"En esta tarde, caminamos con gran júbilo y con profunda gratitud", dijo el cardenal, quien destacó que todas las parroquias del país se unieron a la conmemoración con misas.

Para el jerarca católico, este 39 aniversario "marca un antes y un después", dado que es la primera vez que se recuerda la fecha del magnicidio desde que el papa Francisco declaró santo a Romero.

El arzobispo, asesinado en 1980 por un escuadrón de la muerte, fue declarado santo de la iglesia católica el pasado 14 de octubre en el Vaticano.

"La historia cambió y por eso debemos dar gracias", recalcó Rosa Chávez al recordar que en años anteriores las peregrinaciones se concentraban en pedir que la Iglesia "reconociera" a Romero como santo.

Los fieles católicos llegaron hasta la Catedral Metropolitana, donde reposan los restos de Romero, para orar y presenciar una misa con el arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar, y otros obispos.

Los peregrinos caminaron ataviados con camisas con la imagen y mensajes de Romero, cargaron pequeños faroles de colores, pancartas e imágenes de los "mártires" que dejó la guerra civil (1980-1992) y acompañaron sus pasos con cantos religiosos.

Romero fue asesinado el 24 de marzo de 1980 por un francotirador desconocido cuando oficiaba misa en la pequeña capilla del hospital de cáncer La Divina Providencia, en San Salvador.

El santo salvadoreño se pronunciaba contra la violencia y las violaciones a los derechos humanos en los años previos a la guerra civil, con lo que se erigió en un referente en la defensa de los más vulnerables.

El Informe de la Comisión de la Verdad de la ONU de 1993 señaló como el responsable de dar la orden de asesinar a Romero al mayor Roberto D'Aubuisson, fundador de la Alianza Republicana Nacionalista (Arena), partido del que fue diputado y candidato presidencial.

Dicho documento también apunta que en la planificación y ejecución del asesinato participaron Álvaro Saravia, el capitán Eduardo Ávila, así como Fernando Sagrera y Mario Molina, entre otros.

Una corte de Instrucción ordenó en mayo de 2017 la reapertura del proceso penal por el homicidio de monseñor Romero y en octubre de 2018 mandó a la Fiscalía realizar una nueva investigación.

El juzgado también emitió una orden de detención contra el capitán Saravia, único imputado en el proceso y con paradero desconocido.

La anulación de una ley de amnistía de 1993 por una fallo de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) permitió la reapertura de este caso y de los procesos por la masacre de unos 1.000 campesinos en El Mozote (1981) y de seis sacerdotes jesuitas (1989).