Ankara, 24 nov (EFE).- Ni su yerno es un genio de las finanzas, ni los tipos de interés bajos frenan la inflación, ni Trump será presidente de EEUU los próximos cuatro años. El presidente turco, el islamista conservador Recep Tayyip Erdogan, ha sufrido un choque de realidad que le ha forzado a modificar su política económica e iniciar un tímido acercamiento a la Unión Europea.

El pasado día 7 Erdogan sustituyó al gobernador del Banco Central y colocó en el cargo a Naci Agbal, un exministro de Finanzas, un cambio que provocó una reacción en cadena.

Al día siguiente, Berat Albayrak, todopoderoso ministro de Finanzas y Economía y yerno de Erdogan, anunció su dimisión en las redes sociales, creando una situación de incertidumbre que se prolongó durante 24 horas, hasta que Erdogan confirmó y aceptó la renuncia.

ERRORES ECONÓMICOS

La marcha de Albayrak, poco valorado por los inversores internacionales, tras dos años de gestión en los que la lira turca se desplomó y el país eurasiático consumió una gran parte de sus divisas, parece un reconocimiento implícito de los errores en la política económica de Erdogan.

Tras insistir el presidente todo ese tiempo, contradiciendo la teoría económica establecida, en que los tipos de interés bajo frenan la inflación, y haber forzado a Banco Central a reducir el precio del dinero, lo primero que ha hecho el nuevo gobernador fue subir las tasas del 10,25 % al 15 % para apoyar a la debilitada lira.

La caída de Albayrak, en el que algunos veían a un futuro heredero político de Erdogan, fue paralela al anuncio de la victoria de Joe Biden en las elecciones estadounidenses, otro revés para el presidente turco.

Mientras jefes de Estado de todo el mundo felicitaban a Biden, Erdogan mantuvo silencio ante la derrota de Donald Trump, al que le une una buena relación personal.

Con el domócrata Biden en la Casa Blanca es probable que los conflictos bilaterales latentes, como la compra del sistema antimisiles ruso S-400 por parte de Ankara, se traduzcan en castigos políticos, justo cuando la UE amenaza con sanciones por la confrontación entre Turquía y Grecia en el Mediterráneo oriental por la búsqueda de gas.

Por eso, la retirada de Albayrak se ha interpretado como un intento de recuperar la confianza del mercado e incluso iniciar ciertas reformas políticas.

EL DESPLOME DE LA LIRA

Tras la marcha de Albayrak, la lira, que se había devaluado un 35 % en los últimos nueve meses, ganó un 10 % en sólo cuatro días.

Al mismo tiempo, Erdogan subrayó en un discurso la necesidad de "reformas jurídicas", un punto en el que Turquía está en el foco de las críticas de la UE por mantener encarcelados a más de cien periodistas y a numerosos activistas, a menudo sin juicio.

Influyentes personajes del círculo de Erdogan, como Bülent Arinç, comenzaron a hablar de poner en libertad a Selahattin Demirtas, exdirigente del partido de la izquierda kurda, el HDP, que lleva cuatro años en prisión; o al filántropo Osman Kavala, que lleva tres años encarcelado sin condena.

Sin embargo, la Policía ha seguido deteniendo a activistas y abogados de la izquierda kurda por supuestos "vínculos terroristas", y el domingo el presidente rechazó cualquier gesto hacia Kavala o Demirtas, algo que llevó a Arinç, uno de los cofundadores del partido AKP de Erdogan, a abandonar su cargo de asesor presidencial.

"Una cosa es segura: el jefe único ya no lo controla todo como antes. Hay un caos. La dimisión de su yerno es un fracaso. Hay una lucha en los círculos del poder, y el MHP (socio ultranacionalista de Erdogan) y la mafia intentan llenar el vacío, pero no sabemos aún quién va a ganar", declara a Efe el politólogo Güven Gürkan Öztan.

El Gobierno turco incluso ha hecho algún guiño a la UE, como la afirmación de Erdogan el pasado domingo de que Turquía se ve "como una parte inseparable de Europa".

Hoy mismo, el ministro de Exteriores, Mevlüt Çavusoglu, afirmó que, si Bruselas "aprende de sus errores", se podrán establecer relaciones positivas, y destacó el deseo de Ankara de "un diálogo constructivo con la UE" e incluso de seguir trabajando en una eventual entrada de Turquía en el club comunitario.

CAL Y ARENA

Esos gestos contrastan con otras declaraciones y advertencias más duras, como la convocatoria este lunes de tres embajadores europeos para protestar por el registro de un barco de bandera turca dentro de la operación comunitaria de embargo de armas a Libia, por lo que es difícil saber qué alcance tendrá ese aparente giro hacia la UE.

Lo que parece improbable es que se convoquen elecciones anticipadas, cree Kemal Özkiraz, director de la empresa de sondeos Avrasya, porque el descontento popular con el sistema presidencialista introducido en 2017 es cada vez más obvio y aparece dudoso que Erdogan pudiera superar hoy el 50 % de los votos.

"La retórica del Gobierno sólo muestra que está acorralado e intenta avivar en el pueblo las esperanzas de democratización, pero no habrá hechos", afirma a Efe Mustafa Ates, exmagistrado del Tribunal Supremo.

Dogan Tiliç

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