Noda (Japón), 2 dic (EFE).- La tradicional salsa de soja japonesa, indispensable acompañante del cada vez más popular sushi, ya no depende solo de este plato. Al menos, esa es la aspiración de la mayor compañía mundial de este producto, Kikkoman.

"He oído que algunas personas disfrutan la salsa de soja acompañando al helado, al queso o al chocolate. Lo importante es que en cada lugar del mundo se encuentre la manera de adaptarlo a su cocina tradicional", indicó en una reciente gira con periodistas el presidente de esa compañía, Noriaki Horikiri.

Kikkoman posee plantas de producción en China, Singapur, Estados Unidos y Holanda, y sus transacciones fuera de Japón supusieron el sesenta por ciento de su total de ventas, según datos facilitados por esta empresa centenaria.

"Nuestro mayor mercado en el extranjero es Norteamérica, donde no tenemos competidores reales en el sector de la salsa de soja", explicó Horikiri, que también se refirió a Europa como su "próximo mercado en crecimiento".

La popularización del sushi y la comida japonesa por todo el mundo ha facilitado que la salsa de soja se haya convertido en un condimento cada vez más usual en los supermercados fuera del país nipón, pero desde la propia compañía reconocen que en mercados como el latinoamericano o el africano no han logrado tanta difusión.

Paradójicamente, al mismo tiempo que el volumen de las ventas y exportaciones al extranjero se duplicaba en los últimos ocho años, en Japón el consumo anual de salsa de soja se había reducido en 2018 a seis litros por persona,mientras que treinta años antes llegaba a los diez litros.

Este descenso en el mercado doméstico -que desde la compañía atribuyen a la occidentalización de la dieta japonesa, la simplificación de la cocina y la tendencia a salir a comer fuera- se ha visto compensada por el bum en el extranjero, donde las ventas han crecido anualmente una media de 7,6 por ciento desde 1974.

"LA MÁS SABROSA COMIDA DE HOSPITAL DE JAPÓN"

Kikkoman tiene la particularidad de ser la única compañía del sector de la alimentación en Japón que posee un hospital privado, situado en la localidad de Noda (al nordeste de Tokio), donde se constituyó como empresa hace 102 años.

Desde la empresa presumen de que el centro tiene "la más sabrosa comida de hospital de todo Japón", condimentada mayoritariamente con productos de la compañía, que sirven a pacientes de la zona ingresados por todo tipo de dolencias; incluidos un parto, demencia o cáncer.

Entre ellos, se encuentra Micho Kanegaki, de 79 años, que ha estado dos semanas en el hospital por una lesión de rodilla e indica a los periodistas que la comida de este centro es mejor que la que ella cocina porque "sabe mejor y es más sana", aunque a la suya le echa más sal.

O Noboru Araii, también de 79 e ingresado por una dolencia rectal, asegura que la comida es "suave" y que pretende vivir por lo menos otros veinte años, hasta el centenar.

CASI CUATRO SIGLOS DE HISTORIA

El origen de la salsa de soja de Kikkoman, según aseguran desde la compañía, se remonta a mediados del siglo XVII, pero no fue hasta 1917 que las ocho familias que realizaban este condimento en la zona se fusionaron para crear la empresa, cuyo primer nombre fue "Noda Shoyu" y que acabó por bautizar a la localidad que creció en torno a ella.

En 1862, cuando todavía no se había establecido como corporación, la fábrica de esta salsa de soja abrió unas clínicas médicas para sus empleados y sus familiares que en 1914 se convirtió en el centro hospitalario que pervive hasta la actualidad.

La empresa es desde 1908 uno de los proveedores oficiales de soja para la casa imperial japonesa y en 1957 decidieron abrirse al mercado internacional al aterrizar en los Estados Unidos.

Demófilo Peláez

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