Asunción, 8 ago (EFE).- Cerca de 12.000 familias de Asunción siguen sin regresar a sus hogares cuatro meses después de que la crecida del río Paraguay anegara sus casas y les obligara a instalarse en refugios, plazas y parques de la capital, y pese a que el nivel del caudal se ha normalizado.

El temor de que vuelva a producirse una nueva crecida, el coste de la mudanza o las tareas de reparación de sus viviendas, dañadas por la inundación, son los factores que impiden regresar a sus casas a esas familias.

Además, la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN) no tiene previsto iniciar el operativo retorno para ayudarles a transportar sus muebles hasta que el nivel del agua no se sitúe en los dos metros, lo que podría prolongar ese traslado un mes más.

El río ha descendido casi cuatro metros en las últimas semanas hasta alcanzar hoy los 3,68 metros de altura.

En la céntrica Plaza de Armas, frente al Congreso Nacional, aguardan decenas de familias que desde abril han instalado allí las casetas de madera y chapa que se han convertido en un hogar provisional para ellos.

Leidi Bazán ha vivido en la plaza los últimos cuatro meses en uno de estos improvisados refugios, junto con su marido, su hijo y sus dos sobrinos, después de que el agua invadiera su vivienda en La Chacarita, un popular barrio que aloja a gente de escasos recursos.

"Aunque no lo parezca, hacer este tipo de viviendas precarias te lleva mucha plata, algo que no estás muy preparado para solventar", explicó la madre a Efe.

Desde hace dos semanas, el matrimonio está realizando visitas a su antigua vivienda para reparar los desperfectos que el agua provocó en el sistema eléctrico, la pintura, las puertas y las ventanas, unos daños que estiman en cerca de 490 dólares.

Y han tenido que despejar toda la basura que el caudal del río acumuló en su vivienda y en la calle principal que da acceso a la casa.

Uno de los mayores problemas para poder regresar a su hogar se encuentra en el coste de la mudanza, por lo que espera que las autoridades municipales le ayuden con el traslado de sus objetos personales.

"Como el sueldo acá es muy bajo, uno tiene que adecuarse a lo que ingresa mensualmente. Uno no puede hacer un cálculo o gastar de más porque te quedas sin comida. Hay que saber administrar eso", expresó Bazán.

El desplazamiento ha obligado a Bazán a dejar su trabajo en el departamento de atención al cliente de un comercio para poder custodiar su refugio, ante el temor de que alguien se lleve sus pertenencias.

En una situación similar se encuentra María Sosa, madre de cuatro hijos, que custodia otro refugio de madera a escasos metros del de Bazán, donde llegaron a convivir 14 miembros de su misma familia.

"El temor de por qué no nos vamos todavía es porque tenemos miedo a que vuelva otra vez el agua, porque ese es el pronóstico", explicó Sosa a Efe.

Su familia, también procedente de La Chacarita, ya ha tenido que desplazarse de su casa en tres ocasiones por las inundaciones, y ahora temen una nueva crecida del agua antes de diciembre.

Al igual que Bazán, Sosa también ha tenido que abandonar su empleo como vendedora de tereré, el mate frío paraguayo, durante los últimos cuatro meses, una tarea que ha recaído en su marido que compagina la venta de la yerba mate con la limpieza de coches en el centro de Asunción.

"Tenemos que estar esclavizadas acá en la casa, no podemos ir a trabajar", lamentó la madre de familia.

Las dos mujeres coinciden en que el Gobierno no ha empleado todos los recursos económicos necesarios para asistirles durante las inundaciones y reclaman más apoyo para las clases trabajadoras.

La cifra de desplazados en la capital paraguaya apenas ha descendido en 2.000 familias desde que comenzaron las inundaciones, mientras que en el cómputo del país el número de familias afectadas por las inundaciones asciende hasta cerca de 50.000.

El trabajo de la Secretaría de Emergencia Nacional se centra ahora en llevar kits de alimentos y materiales de construcción a la zona rural del Chaco, al norte del país, donde conviven comunidades indígenas y campesinas.

Carlos Villar Ortiga

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *