El síndrome del caballero blanco fue descripto por las Doctoras Mary Lamia y Marilyn Krieger en un libro de su autoría denominado justamente “El Síndrome del Caballero Blanco: rescatándose de la necesidad de rescatar a otros”.

Y de eso mismo se trata el famoso síndrome: de la necesidad enfermiza de rescatar y de salvar a los demás.

Las personas con este síndrome se vinculan con individuos vulnerables y dañados, con el objetivo de rescatarlos de sus dramas y de salvarlos de las situaciones difíciles en las que están metidos. Así, el “caballero blanco” busca salvar a las personas de su propia infelicidad. Y para eso se vincula con gente que se encuentra en dificultades. Esas dificultades pueden ser problemas económicos,  problemas de adicciones, problemas  mentales o emocionales, tendencias autodestructivas, problemas de salud de cierta gravedad, problemas de soledad, etc.

Todo sirve: el “caballero” ve en estos problemas la oportunidad de convertirse en rescatador.

El nombre de este síndrome simboliza al caballero de los cuentos de hadas que busca rescatar a la princesa de los dragones que la mantienen apresada. Así, los dragones serían los múltiples problemas que tiene y padece el que necesita ser rescatado.

Este modo de vincularse se da muy frecuentemente en las relaciones de pareja, pero puede darse también en lazos de amistad, entre familiares, hermanos o compañeros de trabajo. Es decir,  cualquier vínculo puede funcionar bajo el modo de este síndrome: una persona dañada y con problemas, y otra que se esmera en rescatarla y se convierte en el “caballero salvador”.

¿Cómo actúa el Caballero Blanco?
Las personas con este síndrome suelen tener un pasado de pérdidas y abandonos. En general, ellos mismos han padecido traumas o han vivido con padres que necesitaban ser rescatados, o con padres excesivamente autoritarios.

  • Se vinculan con personas dependientes y llenas de conflictos y problemas.
  • Parecen personas generosas y altruistas que buscan el bien del otro, pero poco a poco se convierten en tiranos y obligan al rescatado a actuar del modo que consideran correcto.
  • Son controladoras y exigen entrega total.
  • Ansían ser todo para el otro.
  • Tienen baja tolerancia a la frustración, se sienten ofendidas y decepcionadas con facilidad.
  • Suelen quejarse de la ingratitud del rescatado y de que no se deja ayudar como corresponde.
  • Suelen ir de una relación a otra buscando nuevas almas para rescatar.
  • Obligan al otro a aceptar su ayuda, aun cuando el otro no se la haya pedido. Actúan como si ayudar al otro fuera su misión.

 

El Caballero Blanco en pareja

Es importante aclarar que este síndrome afecta a todos los géneros, es decir tanto hombres como mujeres pueden identificarse con el rol del Caballero Blanco. De este modo, a la hora de estar en pareja, se trata de hombres o de mujeres que se enamoran de alguien problemático y afectado por diversas dificultades al que ellos intentan salvar.

Allí aparece el “caballero” que salvará al ser amado y podrán ser felices para siempre. Así ocurre en los cuentos. En la realidad las cosas son muy distintas. Y estas relaciones no suelen tener un final de rosas. Por el contrario son relaciones tóxicas en las que ambos salen lastimados.

En un principio el salvador se muestra como una persona complaciente y preocupada por el otro, con una gran empatía hacia todo lo que le ocurre al otro. Pero poco a poco se va revelando lo que esta primera capa esconde. Y el caballero ni es tan caballero ni es tan desinteresado.

El Caballero (como ya dijimos, puede tratarse tanto de un hombre o de una mujer) suele ser controlador, manipulador y tirano. Todos los cuidados y ayuda que prodiga al otro esconden una necesidad de dominio sobre la pareja.  Tiende a sobreproteger y a asfixiar a la pareja.

No se trata de una amor generoso sino de una obsesión por rescatar al otro.

Tienen terror a la distancia física y emocional, por eso se vuelven controladores y celosos en extremo.

Sutilmente refuerzan las debilidades de la pareja para seguir teniendo un dominio sobre ella. La suelen tratar como si fuera un niño, o alguien sin capacidad de manejarse sola, una persona inútil que necesita de él para sobrevivir. De este modo son ellos los que dominan la escena.

Parece querer recatar al otro, pero en general pondrá obstáculos en la recuperación para que el rescate y el dominio continúen. Si el rescatado consigue superar sus problemas y mejorar su situación, el caballero abandona la relación en búsqueda de otra “alma” que necesite ser rescatada.

El mayor problema es que se trata de un vínculo basado en la dependencia y cuando el otro se recupere el Caballero sentirá que ya no lo necesita.

 

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