Con esto del calentamiento global tendremos que disfrutar de las sopas frías por unas cuantas semanas más. 

La moda de estas sopas la sembró España con su popular gazpacho andaluz de tomate, pimiento y pepino.  Pero la historia no queda ahí.  El tiempo que viví en esa alegre tierra me permitió saborear de las diferentes versiones que prepara cada región.  A la ciudad de Córdoba por ejemplo,  le llaman “la sartén de España” , imagínate si hace calor ahí.  Ellos sirven su típico salmorejo, una mezcla en licuadora, de tomate, pan, aceite, ajo, vinagre de Jeréz y sal, decorado con daditos de huevo hervido, jamón serrano y servido con pan.  En cualquier rincón de esta ciudad hace tanto calor, que si vas a un restaurante, te reciben automáticamente con un vaso de ella para que te refresques.

En México también se disfruta de la sopa de aguacate, que en Perú se conoce como sopa de palta.  Y en Francia también sirven su exquisita Vichyssoise, una cremosa sopa fría de papa, cebolla y puerros.  Cualquiera de ellas nos ayuda cuando el calor nos quiere derretir a todos, aún en el mes de septiembre. 

Pero volviendo a España, mi favorita es la que se sirve en Jerez y Málaga también zonas calientes de Andalucía.  Se llama ajo blanco y es tan famosa que en esta época se celebra un festival en su honor.  Se dice que existe desde la época de los romanos, pero lo cierto es que se sirve durante la vendimia (recolección de uvas para la producción de vino), para liberarse del calor durante las calurosas y extensas jornadas de trabajo.

La receta tradicional es también en licuadora.  Lleva agua, almendras sin piel, miga de pan, aceite de oliva extra virgen y sal con una gotitas de vinagre de vino blanco que bien podría ser una pizca de Jerez o limón como hago yo en casa.  Es súper refrescante pero bien sabroso.

Pero recuerda que aunque este tipo de sopa se sirve como entrada, es tan versátil, que que por arriba de pan fresco, en un ceviche, como salsa para un pescado o camarones, como “dip” con vegetales frescos, unas crujientes tortillas, como aderezo para una ensalada, como salsa para una pasta fría con vegetales o como sustituto de la mayonesa, va perfecto.  La imaginación es imprescindible en la cocina y no muerde.